Lo más característico de este problema es un miedo intenso ante situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas.

Generalmente, cuando una persona con fobia social se encuentra en las situaciones sociales temidas experimenta una gran preocupación y teme que los demás le vean como un individuo ansioso, ridículo, “loco” o estúpido, es decir, teme la evaluación negativa de los demás. La persona cree que van a juzgarle negativamente porque se darán cuenta de que está nervioso (le tiemblan las manos, se pone rojo) o porque dirá o hará algo mal. Por ejemplo, Juan puede tener miedo a hablar en público porque cree que los demás se darán cuenta de que su voz o sus manos están temblando, o porque en algún momento le invadirá una gran ansiedad y no podrá articular ninguna palabra, su mente se quedará en blanco y, obviamente, las personas presentes pensarán que es débil o tonto.

Las personas con fobia social suelen experimentar sensaciones corporales en las situaciones temidas. Por ejemplo palpitaciones, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales, tensión muscular, enrojecimiento, confusión…

Las situaciones temidas pueden incluir: hablar, comer o escribir en público, asistir a reuniones o relacionarse con personas que le atraen sexualmente, pedir información, hablar por teléfono, hacer exámenes orales, defender sus derechos, hablar con personas de autoridad, mantener una conversación con personas poco conocidas, o simplemente entrar en un lugar en el que haya gente, o incluso ir caminando por la calle.

Normalmente, la persona con fobia social evitará las situaciones temidas, es decir, no se enfrentará a aquello que teme. Y aunque se enfrente a esas situaciones lo hará con mucho esfuerzo y experimentando una intensa ansiedad, en forma de sensaciones corporales y pensamientos negativos e intentando protegerse de un modo u otro (no hablará, apartará la mirada si cree que alguien le va a preguntar algo, apoyará las manos en algún lugar por si tiemblan… ).

También puede aparecer ansiedad anticipatoria, es decir, mucho antes de que la persona deba enfrentarse a una situación social temida tendrá sensaciones corporales y pensamientos perturbadores. Por ejemplo, si una persona tiene que ir a una fiesta, una semana antes puede comenzar a sentirse ansiosa y anticipar las cosas horribles que le van a ocurrir (por ejemplo, que los demás hablen mal de ella, que no sepa comportarse adecuadamente o que la rechacen).

Conviene distinguir la fobia social de otras formas de ansiedad social que no constituyen problemas psicológicos. Una de ellas es la timidez. La timidez suele aparecer en la adolescencia (o incluso en la niñez) cuando la persona empieza a pensar en cómo la ven los demás. La timidez incluye sentimientos de inseguridad ante situaciones de interacción social, que pueden llevar a la persona a evitar o a sentirse incómoda en dichas situaciones. Sin embargo, para la mayoría de las personas, este tipo de ansiedad social va disminuyendo con la edad.

Por otra parte, hay situaciones sociales que suelen causar cierta ansiedad a la mayoría de las personas; por ejemplo hablar en público, asistir a una reunión social con desconocidos o acudir a una entrevista de trabajo. Esta ansiedad es normal y no constituye un problema en la medida en que la persona no anticipe una evaluación negativa de los demás ni trate de evitar estas situaciones.

Se estima que entre un 3% y un 13 % de la población sufre fobia social, aunque el porcentaje de personas que buscan ayuda es muy inferior. El hecho de admitir que se tiene un problema como éste y tomar la decisión de buscar ayuda especializada demuestra gran coraje.

 

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