Debemos reflexionar con conciencia crítica sobre cómo construir una identidad de género que favorezca el desarrollo de todo el potencial de la persona, sin los condicionamientos de su sexo.
Tenemos que reinventarnos: desechar los modelos de identidad femenino y masculino tradicionales y sustituirlos por otros con un reconocimiento social que nos permita identificarnos con ellos, en especial a los jóvenes, y todo esto desde la libertad y la igualdad, de manera que la identidad de género sea sustituida por una identidad humana.
Es decir, se trata de adquirir mediante el aprendizaje las capacidades básicas para el desarrollo humano integral.